Es una herramienta
metodológica, enmarcada dentro de la modalidad de la investigación
participativa. Implica que los miembros
de la comunidad asuman las acciones orientadas al mejoramiento de sus condiciones
de vida, a elevar su conciencia crítica, al análisis de sus realidades, a
mayores niveles de organización y de participación. En definitiva, promueve un
mayor compromiso con las acciones de cambio de su propia realidad.
El diagnóstico participativo es
entonces, un proceso sistemático que sirve para reconocer una determinada
situación y el por qué de su existencia, en donde la construcción del
conocimiento se hace con la intervención y opinión de las personas que están
directamente vinculadas con esa situación.
Constituye una forma de repensar la participación comunitaria y
ciudadana. Permite una visión más completa de la realidad, por cuanto no
participa una sola persona sino el colectivo, a la vez que estimula la
participación comprometida, crítica y
responsable de todos los implicados.
Astorga (1991) afirma que el
diagnóstico participativo es un proceso educativo por excelencia puesto que en
él los compañeros no sólo se aprovechan de los resultados sino también del proceso mismo. Comparten experiencias,
intercambian conocimientos, aprenden a
usar técnicas para recoger información, entre otras cosas. El diagnóstico
participativo es de acuerdo a este autor, una oportunidad para el aprendizaje
colectivo, en el que los participantes investigan su realidad y analizan las
causas de los problemas.
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